DORMIR APURADA
Nunca había experimentado la sensación de dormir apurada
hasta que tuve hijos. Ni siquiera sabía que era posible. Una puede bañarse
apurada, cambiarse apurada, comer apurada; pero nadie jamás me contó que con
hijos –con tres- dormir apurada era una enorme y cruel posibilidad. Ir al baño
apurada también es otra alternativa certera pero esa es una charla para tener
con amigas, una noche cualquiera. No sé por qué pero me imagino este encuentro
una noche entre semana, haciendo abandono de hogar en el sentido saludable de
la expresión, para ir al encuentro de aquellas amigas a las que podés
confesarles tus miserias más miserables, como por ejemplo, que dormís apurada o
vas al baño apurada. Nadie se asombra ni te juzga, la camaradería es tal que se
genera una simbiosis profunda, de esas que lográs con amigas que también están
en ese lugar, en el de vivir apurada, digo. En esa charla de mujeres algunas
tienen rodete y otras no, pero todas tienen una copa de vino en la mano, como
para ahogar las penas o aflojar la mandíbula, esa que duele cada mañana después
de una noche apurada.
Dormir apurada es como si te acostaras en tu cama y se
activara el botón de FF (fast forward). Sabés que tenés que dormirte ya mismo
porque desde el momento en que tu bebé - esa criaturita del señor que se
despierta siete veces a la noche- por fin se queda dormido, empieza una cuenta
regresiva maquiavélica en la que los minutos van pasando y vos tenés un minuto
menos para dormir. Un minuto, cuando tenés hijos, es un montón. Y un minuto, a
la noche, no dura 60 segundos. Dura 3. Hay que apurarse, porque el tiempo pasa
acelerado. Entonces apagás la luz y cerrás los ojos. Tenías ganas de prender la
tele pero enseguida te das cuenta de que no te conviene. El reloj corre. No cerrás
los ojos con placer, los cerrás haciendo fuerza. Por tu mente van pasando
imágenes como diapositivas: de las horas que te quedan, de si tenés café o te
quedaste sin (querer tomar uno y no tener está en mi top 3 de cómo empezar mal
el día), de si cerraste la puerta con llave, si apagaste el gas, si el auto
tiene nafta, cuántos mails te quedan por leer, trabajo que no llegaste a hacer,
cosas que no terminaste de escribir, mensajes que no llegaste a responder, y de
nuevo se aparece la cantidad de tiempo que te queda. Cuanto más pensás en esto,
más fuerte cerrás los ojos y menos te dormís. Conectás con la escena y sonreís
porque te parece bastante absurda. Que puedas sonreír en las desgracias habla
bien de vos. ¿Porque esto es casi una desgracia o no? Tu marido, al lado tuyo,
ronca. Le tocás el brazo y se calla, pero empezás a contar y a los 9 segundos
ronca otra vez. Tratás de abstraerte y que el ronquido suene como una canción
de cuna pero la cosa no fluye. Pensás en lo que darías por que el reloj no
marque las horas. Entonces te acordás de la canción de Luismi y sin querer la
empezás a cantar en silencio: “reloj no marques las horas, porque voy a
enloquecer”. Maldición. Querés agarrar el celular para ver cuánto tiempo pasó
desde que te acostaste pero te arrepentís. Tal vez no quieras enfrentar la
realidad. Y tu bebé se despierta en 3, 2, 1.
Dormir apurada es como agarrar un libro y leer la última
página, escuchar una playlist y cantar la canción que sigue, sentarse a comer y
saborear el postre o ver una serie y leer rápido los subtítulos para pasar a la
escena siguiente. Como reírte del chiste en el segundo acto o postear el #MartesDeRelato
el lunes. Como ponerte la crema de enjuague antes que el shampoo o quinta antes
que primera. Como festejar la primavera el 21 de agosto o como brindar a las 11
la noche de año nuevo. Como despertarte a la mañana y pensar en el momento en que
te vas a volver a acostar, o imaginar, tres días antes, ese encuentro con amigas, las que te entienden porque también están ahí, y reírte imaginando la escena final
de todas sentadas en el piso, copa en mano, confesiones en punta de la lengua,
rodetes que se desatan, desgracias que se comparten y se vuelven menos
desgraciadas, alegrías que comulgan, risas a la marchanta, almas haciendo
alquimia. Sin apuro.
SOS ES PEC TA CU LAR <3
ResponderBorrarMás que bueno!!. Realismo puro. Es un dicho de mi abuela. De mi mamá.. y ahora mío... lamento comunicarte que cuando son adolescentes y salen también dormis apurada, entre que se preparan para salir y salen de una vez, entre la previa y la llegada al boliche, entre que entran al boliche y salen del boliche, entre que llegan y te tenes que levantar.. etapas de la vida, de una mamá, de un hijo, de todos las mamás y de todos los hijos... porque los papas te aseguro que duermen de corrido.
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