LA VIDA (NO) ES (SIEMPRE TAN) BELLA

Desde hace ya varios años que las redes sociales nos invitan a tener una vida con filtros. Lo que antes era impensado ahora lo tenemos al alcance de la mano, con un par de movimientos estratégicos cualquier momento común y silvestre de la vida cotidiana, puede convertirse en uno mucho más lindo para mostrar. Elijo un marco, recorto un poco, le doy brillo, sumo contraste, algo de calidez, trabajo las sombras y hasta puedo desenfocar lo que no quiero que se vea tanto. O enfocar aquello en donde quiero que se posen los ojos. Creo un lindo epígrafe, le doy compartir y voilá! Esa foto ya deja de ser mía, pierde su carácter de propiedad privada y empieza a circular por una red que es infinita. Dentro de este enorme océano virtual hay de todo, y puede haber algún distraído que se confunda y crea que eso que está viendo es la vida misma. Pero no, no es la vida misma, es un filtro de la vida misma. A vos te digo, no te equivoques, nada es lo que parece. A veces, las redes sociales mienten. Ni mi casa está siempre ordenada, ni mis hijos sonríen y se divierten todo el tiempo. Ni mi vida es de cuento ni todo es tan fácil. Ni soy una madre siempre sonriente y paciente ni todo es color de rosa.

Hay días en que me gustaría zambullirme en una taza grande de café doble y quedarme ahí haciendo la plancha. Hay días en que todo me queda mal y encima mi casa es un caos. Algo así como en esta foto. Una casa minada de juguetes, un niño todavía en piyama que no se quiere cambiar para ir al jardín, y que con esa pelota que lleva en su mano, golpeó mi taza preferida que cayó rompiéndose en mil pedazos, y tiró todo el café sobre el sillón; segundos después de que saqué la foto. También hay zapatillas tiradas por el piso, una media que todavía no encuentro su par (porque creo que Blas la tiró a la basura), un vaso volcado y restos de un pañal (?). Hay días en que la inspiración no aparece y no soy capaz de escribir dos oraciones seguidas. Hay días en que me quedo un ratito más abajo de la ducha para disfrutar de mi soledad y yo. Hay días en los que grito y después abrazo con todas mis fuerzas. Hay días en que mis hijos se portan muy mal y quiero cerrar la puerta y salir corriendo. Hay días en que sólo necesito hundirme en una bañadera que huela a lavanda, tomarme una copa de vino o mirar un capítulo de la serie de turno. Quizá todo eso al mismo tiempo, porqué no.

Hay días que las redes sociales me empalagan pero después me acuerdo de que todo esto es un show y se me pasa. Lo que se ve es una edición, una pequeña selección, simples recortes de la mejor parte de la vida. Pero todo lado A tiene un lado B. Ese sí que no se ve, eso sí que no se muestra. Que nadie peque de ingenuo y caiga en la trampa. Nada es tan brillante ni perfecto, cada uno elige lo que quiere mostrar y cómo mostrarlo. Con un filtro, y otro filtro, y otro más, la vida es siempre más bella.




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