TEN PIEDAD DE MÍ

Si me cruzás en el supermercado con dos niños correteando entre las góndolas y portándose mal, no me claves la mirada, TEN PIEDAD DE MÍ. Creeme que no quiero estar ahí haciendo papelones, preferiría estar en casa mirando la última temporada de #Velvet con un pote de Dulce de leche Tentación en la mano. No sé qué me pasó por la cabeza ese día que decidí embarcarme en la aventura de ir hacer las compras con estos dos, pero cuando por fin terminó la odisea supe que no iba a volver a cometer ese error garrafal, nunca jamás. Esa tarde, mientras perseguía a uno entre los pasillos de un Coto repleto de gente; y trataba de explicarle al otro que no le iba a comprar 27 postrecitos de chocolate, en algún momento levanté la mirada y en vez de encontrar empatía me encontré con miradas juzgadoras de otras mujeres. Lo que más me llamó la atención es que la mayoría de esas miradas eran de mujeres que seguro también eran madres o abuelas de niños. Se supone que nadie te entiende mejor que otra madre, simplemente porque también lo vive, pasa por lo mismo. Esa tarde las madres buena onda no estaban y yo no sabía si dar explicaciones, si devolverles la mirada o si pedir perdón. En realidad tenía ganas de preguntar: ¡¿nunca te pasó que tus hijos se porten pésimo?!

Algunos días después volví a vivir la misma escena, esta vez en una sala de espera. Mientras todos los niños estaban sentaditos portándose bomba, los míos eran un descontrol. Tampoco encontré piedad, sólo madres mirando de reojo y cuchicheando entre sí, con sus hijos hipnotizados mirando la pantalla del celular. Claro, así cualquiera, ¿pero qué pasa cuando tenes 8% de batería y dos varones aburridos en una sala de espera?

No me gustan las que apuntan con el dedo, las que te miran fijo en pleno berrinche, las que ponen caras y las que cuchichean. Las que no entienden que los chicos son, justamente, chicos y por eso hacen cosas de chicos, las que te dicen "mala madre" con la mirada y las que alardean con sus hijos escondidos atrás de un celular. ¿Dónde quedaron las madres empáticas, las que saben ponerse en tu lugar y no juzgar? ¿Qué les pasa a las que se olvidan que alguna vez tuvieron hijos chicos?

Si me escuchás gritando por la calle porque uno se me fue corriendo hasta la esquina, no pienses que le faltan límites; si te sentaste al lado mío en el restaurante, te pido perdón; si ves que en el supermercado amenazo al más grande con no ir al campo en las vacaciones de invierno, no creas que soy una desalmada; y si te tocó compartir conmigo una sala de espera, no me mires mal, TEN PIEDAD DE MÍ.


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