CHAT DE MAMIS

El más polémico de los grupos de whatsapp, lejos. Allá por marzo se lo ve tímido, algo adormecido; a mitad de año arrancan pedidos de dentista y fonoaudiólogo; y ya para esta época todo se desvirtúa y temas como el disfraz del acto de fin de año se mezclan con datos salvadores de colonias de vacaciones, y alguna que otra pidiendo recomendaciones de ginecólogos. ¿Qué tendrá el chat de mamis?

Puede ser la pregunta inicial para una investigación sociológica o un objeto de estudio para escribir una tesina. Una especie de rompecabezas de personalidades, un conjunto de mujeres que quizá no hubieran sido amigas nunca pero que el destino o el azar las juntó en una misma sala de jardín de infantes. Está la que no responde nunca y, si responde, lo hace con monosílabos. También está la que abandona el grupo en abril, a quien felicito, no por bajarse sino por ser fiel a lo que siente. Está la que reenvía todas las cadenas y los memes, que ya te reenviaron otros grupos antes, y está la que se equivoca de chat, una y otra vez, y manda cosas que nadie entiende. Como en todos los grupos, siempre hay una líder que se pone el equipo al hombro. Que nunca falte la líder. Gracias, líder. Junta la plata del día del maestro y va personalmente a comprar los regalos. Con el vuelto, improvisa un regio ramo de flores. Jamás podría ocuparme de esa tarea. Perdería la plata de todas y mi hijo tendría una madre muy criticada. Está la colgada, que nunca sabe horarios ni para cuándo hay que llevar las botellas vacías de plástico; y está la prolija que sabe todo y responde dudas a toda hora. Está la que arenga para verse en otro contexto que no sea a la salida del jardín, y está la anti social que nunca las ve porque llega tarde a propósito, para no cruzarse con ninguna. Está la que conoce a todas por nombre y apellido, y la que saluda sin decir nombre porque no tiene ni idea. Está la precavida que avisa sobre posibles virus dando vueltas, y la que le limpia rapidito las lagañas alcahuetas y lo manda al jardín con conjuntivitis, y ya fue. La que manda siempre snacks saludables y te hace sentir pésimo porque vos a veces le mandas chizitos. También está la que fomenta la grieta y arma chats paralelos para criticar a otras; y la que es una copada y siempre se ofrece para llevarlos o traerlos de los cumpleaños. Está la que pide por favor que revisen las cabezas de sus hijos "porque a menganito que nunca tiene piojos le encontré uno enorme", y está la que ni siquiera tiene peine fino. La que compra regalos buenísimos para los cumpleaños de los demás y la que regala regalos que le regalaron a su hijo en su cumpleaños. Te agarré, sé que cometiste este pecado, no lo niegues.

El chat de mamis es polémico, pero es un mal completamente necesario. Debo confesar que, muchas veces, es el más activo de mis chats y, sin ninguna duda, allí encuentro respuestas a muchas de mis dudas existenciales. ¿Alguien sabe cuánto se paga la hora de baby sitter? ¿Es largo el próximo fin de semana? ¿Cuándo terminan las clases? ¿Quién me pasa el teléfono del jardín? Por eso hoy quiero aplaudir al tan bastardeado chat de mamis, este espacio de encuentro, de cruce de personalidades, de estilos de madres, de voces dispares pero que tienen en común algo mucho más fuerte, que es el amor por los hijos. Basta con que una escriba "que se mejore fulano" para que esto se multiplique por la cantidad de integrantes que tiene el grupo, pero estoy dispuesta a hacer la vista gorda con algunas cuestiones porque el chat de mamis viene a enseñarnos muchas cosas que, como sociedad, a veces nos olvidamos. A tener más tolerancia, a convivir con las diferencias, a aceptar al otro aún con sus defectos y, algo muy importante, a reconocer los nuestros.





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