NO ME APURES, POR FAVOR

Hay un manifiesto oculto que dice que a partir de los dos años los chicos tienen que dejar el pañal, la mamadera y el chupete, y aprender a dormir de corrido, toda la noche, en una cama. Mi hijo no tiene pensado dejar el pañal, se despierta a las 4,37 am pidiendo mamadera y duerme con dos chupetes, todavía en una cuna. No me apures, por favor. No sé si este verano voy a aprovechar el calor para sacarle el pañal, tampoco sé si vamos a ir a tirarle todos sus chupetes a los corderitos del campo y, definitivamente, no voy a cambiarle la mamadera de la noche por un vasito de agua, como algunos me recomiendan. Las barandas de su cuna todavía siguen ahí, firmes, atajándolo durante las noches. Y la verdad es que, por ahora, así estamos bien. No me preocupa lo que me digan, la verdad es que no me preocupa nada, pero me pregunto porqué cuando cumplen dos años hay que empezar a considerarlos pseudo adultos y arrebatarles todo eso que tanto les gusta, que les da seguridad, que necesitan. ¿No será mucho? Prefiero dejar que todo fluya, que las cosas sigan su cauce, no apurarlo, no apurarme ni dejar que me apuren. Ya va a crecer, y este tiempo no va a volver. Porque el tiempo no vuelve. Es lo único que no vuelve.

¿Será por eso que vivimos apurándolos? ¿Por este temita de que el tiempo no vuelve? Los apuramos para que empiecen a caminar y cuando ya caminan queremos que caminen más rápido, "porque dale, que no llegamos". También los apuramos para que se metan a bañar y después para que salgan "porque estoy cansada, quiero que termine el día". Les pedimos que coman más rápido "porque se te va a enfriar" y el cuento antes de dormir también se lo contamos rápido "porque yo también me quiero ir a dormir". El tiempo sin tiempo en el que viven ellos, esa suerte de nebulosa en donde flotan en el tiempo presente, queda contaminado por ese ritmo acelerado en el que vivimos los adultos. Porque el tiempo no vuelve, cierto. Este es el mensaje que transmitimos. No pierdas el tiempo mirando los árboles mientras caminamos porque caminás más lento y llegamos tarde; no pierdas el tiempo jugando a que estás en una barca en el medio del océano, porque estás en la bañadera de casa y quiero que salgas así termina el día. No pierdas el tiempo tocando la comida, descubriendo sabores y manchándote, porque después hay que cambiarte de nuevo y estoy cansada, me quiero ir a dormir. Lo que ellos aprenden, entonces, es que está mal perder el tiempo, que no hay tiempo de jugar, de observar, de descubrir. Que hay que vivir apurados, que hay que apurarse para vivir. Eso, para mí, es robarles su derecho a ser niños. Es arrastrarlos a vivir en un tiempo que no es el de ellos.

Ya va a caminar, ya va a hablar, ya va a aprender a escribir, ya va a aprender a contar, ya va dejar el pañal, ya va a dormir toda la noche y un día no va a querer saber más nada con sus chupetes. Ahí nos daremos cuenta de que el tiempo pasó, de que crecieron, de que ya están listos, a su ritmo, con sus tiempos. Esos tiempos que ya no vuelven. Ay, cómo voy a extrañar esos tiempos que no vuelven. No me apures, por favor.










Comentarios

  1. Excelente post, me identificó totalmente contigo. Mi hijo también tiene 2 añitos, aún no habla (pero se expresa perfectamente) todavía usa pañal y, la gente se asombra de que el no hable! Lo ven como algo malo... Acá en Venezuela te sigo y me encantan tus blogs... Éxitos y Bendiciones

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