NO TENEMOS SUPERPODERES, PERO CASI

No somos heroínas, aunque a veces así nos sintamos. Las madres existen desde siempre y, antes, cuando no había ibuprofeno al 4%, ni termómetro digital, ni celulares para hacer catarsis whatsapperas, ni pañales descartables; sí que les era difícil, pero de verdad. No tenemos superpoderes, pero casi.

Me da la sensación de que con la maternidad algunos de los sentidos se potencian hasta el infinito. Cuando tenés hijos chiquitos ves cosas que nadie más ve, salvo otras madres. Entrás a un lugar por primera vez y tus ojos hacen un escaneo rápido pero eficaz del espacio y del piso, detectando enchufes tentadores, objetos pequeños que calzan justo en la tráquea y demás fetiches peligrosos a los cuales los chicos van directo, sin escalas.

Algo pasa con el oído que se vuelve absoluto, como el de Charly. Entonces, por las noches escuchás hasta un cambio de posición ajeno. Cuántas veces te pasó de que por la mañana tu compañero te diga "qué bien dormimos anoche ¿no? No se despertó ni una sola vez". Y te brote la ira recordando las 14 veces que tuviste que pararte de la cama. Tan absoluto es el oído que escuchás llantos a distancia mientras te estás bañando con la puerta cerrada y tarareando alguna canción. A veces apagás la ducha para chequear, y todo fue producto de tu imaginación. Esta pseudo esquizofrenia de escuchar cosas donde no hay nada, es muy de madre.

También es muy de madre saber que tu hijo tiene fiebre con sólo mirarlo. Al tacto podés arriesgar un 38.4 y darle en la tecla. Al tacto también tenés el don de espantar miedos nocturnos, callar llantos desconsolados y atraer los sueños más profundos.

El olfato también se desarrolla y sos capaz de localizar un pañal sucio a lo lejos, y saber si pertenece a tu propio hijo o no .Pero el superpoder en este caso está en que la capacidad de sentir asco -por algún tiempo- queda anulada. Entonces podemos cambiar pañales espantosos, sacar mocos con la mano o limpiar vómitos, sin que se te mueva un pelo. Situaciones nauseabundas y a veces extremas que antes de tener hijos no creías jamás poder hacer.

No, no somos heroínas ni tenemos superpoderes, pero casi.








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