LAS MIL Y UN CONTRADICCIONES

Tengo un montón de teorías en torno a la maternidad y una de las más fuertes es que somos profundamente contradictorias. Me di cuenta de esta realidad esa noche fría y de lluvia que me hice un test de embarazo por primera vez. Nos queremos embarazar pero algo pasa cuando vemos esas dos rayas que van cobrando forma, cuerpo, color, y nos anuncian LA noticia. Queríamos verlas, firmes, erguidas, decididas; pero cuando miramos, y volvemos a mirar, y las vemos ahí, impávidas, cambiándonos la vida, se suceden unos instantes de trance en la soledad de un baño en donde -tal vez- por cinco segundos y medio- querríamos el resultado contrario. Ahí es cuando arranca, querida mía, este camino sinuoso, a veces extremo y de ripio; y otras manso y de autopista. Pero contradictorio, siempre contradictorio...

Disfrutamos de ver esa panza que de a poco asoma pero cómo cuesta aceptar que el combo entero incluye estrías, celulitis, retención de líquidos y kilos. Entonces nos quejamos y maldecimos, especialmente frente a la crueldad de un espejo que no tiene filtros bonitos como el celular. Pero a la hora de los postres nos olvidamos, claro, porque "total con la lactancia bajo todo". Pero. Siempre hay un pero. No aguantamos más esa panza que se pone pesada "pero cuando nazca la voy a extrañar". Tenemos mucho de gata flora, nosotras las mujeres. Entonces nacen y los tenemos en brazos -como queríamos- pero empezamos a añorar nuestras épocas de noches calmas y de sueño profundo, de carteras livianas y libertades inimputables; y nos asaltan reflexiones filosófico fatalistas como "¿en qué momento se me pasó la vida tan rápido?". Es que en realidad, está recién arrancando, mujer. Queremos criarlos libres, pero nos cuesta soltarlos; queremos que crezcan sin tanto juguete con luces y sonidos pero es lo primero que compramos; queremos trabajar pero no nos queremos perder de nada. Queremos lactancias prolongadas pero ay cómo nos gusta la libertad, los queremos lejos de la tecnología pero oh cómo nos salva, queremos que crezcan pero uff cómo duele verlos alejarse. Queremos que se duerman y cuando duermen los extrañamos, queremos tener mil hijos pero soñamos con aquellas épocas mozas de ser sólo dos, no queremos repetir errores ajenos pero ahí estamos, cometiéndolos una y otra vez. Esperamos el sábado para salir y sacarnos el rodete un rato, y terminamos viendo La noche de Mirtha. Con un kilo de helado; de Dulce de leche tentación, por favor. Sí, todo de Dulce de leche tentación.

La maternidad es una contradicción crónica, permanente, punzante, irreverente y confusa. Deseamos la etapa que sigue pero extrañamos la que pasó con melancolía y algún nudo en la garganta, cuando acostadas en la cama ¡por fin! listas para ver un capítulo (o dos) más de la serie, terminamos perdiéndonos en fotos viejas del celular. Qué difícil se nos hace d i s f r u t a r, así con todas las letras, de la etapa en la que estamos. Creo que es ese el gran dilema de ser madres y mujeres y esposas y amigas y profesionales y emprendedoras y simples mortales. Disfrutar el hoy y ser felices en él.

(¿cuál es tu contradicción? Te invito a que me la compartas!)




Comentarios

  1. Pusiste en palabras lo que pienso todos los días! Qué tremendo... pero creo que hacemos todo lo mejor que podemos!! ��

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  2. No sé si es contradicción, pero no amo la panza, prefiero el bb recién nacido, de mis dos hijas jamás la extrañe, al contrario es alivio. Amo ser madre, pero no me banco el embarazo. No me preocupan los kilos ni las estrias. Pero con la segunda me preocupó porque me perdí yo. Obvio...no era esperada mi vida. Y esas 2 rayitas me pusieron literalmente contra la pared. Y acá estoy a 13 años de la primera, y 15 meses de la segunda (alta diferencia de 12 años) luchando contra inseguridades q no tuve a los 28 y tengo a los 42. Quien dijo q no es contradictoria la maternidad!! ( y si, pongo tablet, come papas fritas, y duerme con nosotros)

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