TIEMPO AL TIEMPO

Niño de risa contagiosa, lágrima fácil y ojos pícaros. Pequeño explorador que tropieza cada tres pasos, que todo lo toca y de todo se sorprende. El que gusta de los caballos, andar embarrado y con poca ropa. Sí señor, porque así se explora mejor. El de los enojos pasajeros, que avanza sin mirar para atrás, que no reconoce el peligro y para quien una canilla abierta es la mismísima felicidad.

La infancia dura lo que un suspiro. Hoy me levanté y lo vi diferente, como si durante la noche hubiera crecido. ¿Es posible? La niñez termina a la vuelta de la esquina. Quiero pedirle al tiempo que se calme, que vaya más tranquilo, que haga su marcha más lenta. No hay apuro. A los meses les pediría que no corran tan rápido, así estamos bien. Que las muelas todavía no salgan y las primeras palabras no se apuren en aparecer. Más despacio, tiempo, hay tiempo. No te pongas ansioso. Hoy es tiempo de mamaderas y chupetes, de pañales y baberos, de camas superpobladas, casas desordenadas y ruidosas. Ya habrá tiempo para el orden y el silencio. Quisiera que nada de este tiempo fuera fugaz, que todo permanezca como está, un ratito más.

"Quedate así, como hasta ahora. De tobogán, plaza y vuelos de palomas", como dice la canción. Hoy le pido un tiempo al tiempo, que se vuelva vago, que ponga el freno de mano, que no le quite tan rápido estos días de infancia que no vuelven. Y si no pudiera frenar el tiempo, que me dé la sabiduría para disfrutar al máximo, para que no me pierda nada, para que el cansancio no me nuble la vista ni el humor, que pueda guardar en mi retina cada momento, y así volver cuando quiera. Calmate tiempo, ¿adónde vas tan apurado? Dale, no nos robes estos días felices. No todavía.


Comentarios

Entradas populares